sábado, 18 de agosto de 2007

Mentes diminutas



Realmente somos una especie de mente diminuta. Hemos parcelado el mundo en regiones conquistadas a las que llamamos países y las hemos llenado de lealtades, tradiciones, rencores, nacionalismos, banderas y pasaportes; y para defender estos constructos artificiosos creamos los tanques, las balas, las bombas, los ejércitos; luego redoblamos los nacionalismos y los exaltamos y machacamos día a día como lluviecita jodedora para justificar todo tipo de atrocidades. Esa es la historia de la humanidad.


Desde el nacimiento de la Unión Europea (1952), poco a poco los países de Europa han ido creando una gran unidad y se han ido ayudando unos a otros, transfiriendo recursos de la Unión para los que tienen menos con el objeto de que los más pobres crezcan económicamente y todos sean una comunidad más igualitaria; de igual manera se han relajado las fronteras, se han hecho numerosos acuerdos de intercambio y de libre tránsito de personas y mercancías y los estudiantes y trabajadores pasan con más libertad de un país a otro sin problemas. Sin embargo, nada más cruzar el mediterráneo, en África, lo que predomina es la pobreza, la incultura y la marginación, la enfermedad y el desaliento. ¿Qué, no es posible ver a la humanidad como una gran hermandad? ¿Qué beneficios obtienen los europeos de tener unos vecinos paupérrimos? ¿No deberíamos como raza humana transferir más recursos a quienes tienen menos para reducir el hambre, la marginación, el analfabetismo y la insalubridad? Creo que a todos nos vendría mejor una sociedad mundial más igualitaria y con menos injusticias. En los países menos desarrollados las distancias entre ricos y pobres son muy grandes, eso exactamente es el mundo si lo vemos como un gran país, un lugar donde las distancias entre ricos y pobres son enormes. Pero si lo miramos bien, a nadie beneficia esa ignorancia y marginación. Sería mejor una sociedad mundial en la que lo que ahora son países subdesarrollados (para usar ese eufemismo economicista, en lugar de “jodidos” que es la palabra correcta) no lo fueran tanto y hubiera más educación y menos insalubridad y por lo tanto menos deseos de emigrar y serían más lindos y más visitables y con menos agresión entre unos y otros y con más creatividad en todos los órdenes. Pero preferimos las fronteras, los nacionalismos a ultranza y los pasaportes.

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