
Mira nada más, de las cosas que uno se viene a enterar. En estos días de crisis de influenza y de inicio de las campañas políticas, nuestro egregio mesías, Don AMLO, dijo en un mitin en Tabasco (¡Ah chingá! ¿En un mitin? ¿No que se recomienda que no haya mítines? Ah si, pero también dijo, “qué influenza ni que ocho cuartos”, eso es lo que se llama pasarse algo por el arco del triunfo); les decía, que AMLO dijo, refiriéndose a los candidatos a las diputaciones y adeptos de Convergencia y el PT (a quiénes, por cierto, ya ordenó votar sólo por ellos, qué ¿no se supone que el voto es secreto y nada ni nadie debe de coaccionar a otro?); en fin, que les dijo, que no anduvieran ahí nomás, “vendiéndose al mejor postor”. Mira nada más, el burro hablando de orejas; él, que anduvo, ha andado, anda y andará, en el PRI, luego en el PRD, luego en Convergencia, luego en el PT y que en todos lados ha andado vendiéndose al mejor postor en calidad de bolasuelta, de yoloví, de comecuandohay, de cantamañanas y de nalgapronta, recomienda que “se haga la voluntad de Dios (o sea, la de él) pero en los bueyes de mi compadre”. Ah chirrión, mira nada más, afigúrate.